FELICIDAD PURA




Este es mi hijo hace unos días mientras chapoteaba contento en su tina.

Le di la espalda un segundo para agarrar el jabón mientras lo miraba a través del espejo del lavamanos.

Lo que vi fue a mi hijo disfrutar de su baño, sonriendo y súper concentrado en su pelota azul (de esas que se usan para albercas de pelotas). Tomaba con sus manos la pelota, la sumergía en su tina y luego la sacaba para darle una mordida como si fuera una gran manzana.

Vi a mi hijo feliz, sólo viviendo el momento, enfocado en su pelota y para él eso era suficiente.

Yo estaba bañándolo como siempre, como la rutina de todos los días, algo cansada pero nada fuera de lo común. En medio de esa rutina aprecié agradecida ese momento.

Él no necesita mucho, sólo una pelota y agua fueron suficientes para entretenerlo. Para él cada pequeño detalle es algo grande, es algo de lo que aprende, es algo que aprovecha al máximo.

No estaba preocupado por lo que pasará mañana, no estaba de malas por las veces que lloró en el día o por los golpes que se dio mientras gateaba, no se acordaba que hizo un berrinche cuando no lo dejé acercarse a la televisión. Eso ya no importaba.

Le envidié un poco esa virtud de vivir sólo el momento, no tener preocupaciones en la cabeza y no necesitar nada más.

Después me di cuenta que no tenía que envidiarlo sino que debía aprender de él.

Creo que lo estoy haciendo mejor de lo que muchas veces pienso. Mi hijo es un niño que sonríe, es curioso y vive el presente.

Sigamos su ejemplo, tenemos que aprender mucho de ellos, volvamos a sentir eso que tuvimos cuando éramos niños, sólo felicidad pura.

Si un día crees que estás teniendo un día difícil o que no estás haciendo lo suficiente, voltea a ver a tu bebé, por su sonrisa te darás cuenta de que todo está mucho mejor de lo que imaginas.

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