Me convertí en la mamá del bebé que llora en un restaurant

Este fin de semana tuvimos la primera salida real a la calle con Leo.

Vivimos en una ciudad donde en el invierno se tienen temperaturas bajo cero, así que como Leo nació a finales de noviembre nuestras salidas las limitamos a las visitas al pediatra, donde por supuesto no era mal visto que mi bebé llorara.

El viernes en la tarde mi marido me habló por teléfono para preguntarme si quería ir a una pequeña ciudad en Michigan que queda a 30 minutos de donde vivimos, como ese día estaba muy agradable afuera no dude en gritar: si vamos por favor!!

Llevo 4 meses literalmente encerrada en mi casa sin salir casi para nada por el frío, donde no recibo ninguna visita, así que imaginarán mi desesperación porque ya llegue la primavera y podamos salir a conocer lugares.

Bueno, yo me imaginé que nuestra primera salida con Leo sería interesante, por así decirlo jaja. Resultó que mi bebé no estuvo muy contento con salir a pasear fuera de casa, mi bebé se convirtió en todos esos bebés que miraba en la calle antes de ser mamá, esos bebés que lloraban sin sentido (sin sentido para mí en ese entonces) y que interrumpían la tranquilidad del lugar donde estaba; bebés que no me dejaban platicar agusto. Yo ilusamente pensaba que si esas mamás y papás tenían un bebé pequeño que era casi seguro que lloraría, era mejor que fueran a otro tipo de lugares donde hubiera más niños, lugares donde no ensordecieran los oídos de gente que quería pasar un buen rato.

Que injusta era! y me arrepiento de eso. Esos papás y mamás que antes juzgué ahora somos mi marido y yo! Ahora entiendo que lo que esas mamás y papás querían era un rato de distracción muy necesario, y que sus bebés lloraban por la simple razón de ser bebés.

Este pasado viernes me convertí en la mamá que tiene su carreola junto a su mesa del restaurante, un lugar que era algo pequeño y estaba lleno, así que el carrito de mi hijo estorbaba el paso. Fui la mamá que vio que su bebé se ponía histérico de llanto, así que mejor mi esposo lo sacó a tomar un poco de aire y calmarlo. Fui la mamá del bebé que lloró de nuevo histérico cuando unas muchachas de la mesa de a un lado lo saludaron de lejos jaja. Cómo cambia la vida!

Con esa experiencia me quedó claro que nuestras salidas ya no serán las de antes. Ese viernes salimos de casa como a las 6:30 pm para quedarnos de ver con el jefe de mi esposo y su esposa, llegamos a nuestro destino poco después de las 7:00 pm. Comimos y conocimos los alrededores, pero fue una salida de noche, y ahora que lo pienso Leo estaba cansado y solo quería dormir. Me tendré que despedir por un tiempo de andar en la calle de paseo en la noche y bienvenidas las salidas en las mañanas y las tardes!

Miré un poco con nostalgia a las personas que entraban a los bares de alrededor y me hicieron recordar cuando nosotros podíamos ir a cualquier lugar que se nos antojara. Todo el mundo en la calle lucía muy joven, no es que yo me sienta vieja, sólo que así los miraba.

Y en contraste con esa salida del viernes, el sábado en la tarde fuimos a la biblioteca pública para sacar nuestras credenciales y así poder sacar libros, además para buscar un libro para comprarle a Leo. Entramos a la sección de lecturas infantiles, y ahí se sintió la libertad!! Llora todo lo que quieras hijo mío!!

Ahí entendí que esas serán nuestros tipos de salidas.

Fue apenas nuestra primera salida a la calle con nuestro bebé, ya vendrán mas paseos junto con él y me emociona el pensar lo que conoceremos junto con él. Esto es un gran cambio que estoy asimilando, pero viviré de nueva forma estas experiencias y me encantará ver la cara de Leo cuando estemos en un lugar nuevo.