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GRACIAS ABUELITA

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Gracias abuelita por arrullarme con tus súper poderes hasta que caía dormido cuando apenas tenía unos días de nacido. Mi mami lograba comer o dormir un poquito mientras me acurrucabas. Gracias abuelita por siempre pedirle a mi mamá que ponga en altavoz el teléfono para que pueda escucharte mientras hablas y yo sonrío al reconocer tu voz. Gracias abuelita por prepararme la comida que sabes que me ha gustado más para que así coma mejor y no tire todo al piso. Si tiro casi todo, después andas detrás de mí con un plátano en la mano para que entre juegos me lo coma. Gracias abuelita por enseñarme cosas nuevas. Por tí aprendí a levantar mi dedo índice cada vez que me preguntan cuántos años tengo. Gracias abuelita porque me sigues en todos mis juegos, hacemos ruidos de zombis, aventamos pelotas y corremos alrededor de la mesa. Gracias abuelita por dejarme explorar tu cocina, me divierto con tus preciados tuppers y me emociona abrir y cerrar puertas. Gracias abuelita por siempr

YO NO SABÍA MUCHAS COSAS, HASTA QUE ME CONVERTÍ EN MAMÁ

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Hasta que me convertí en mamá me fui enterando poco a poco de muchas cosas que nunca antes me cruzaron por la cabeza. De esa clase de cosas que te agarran por sorpresa y te avisan de golpe que eres una persona muy diferente. Porque desde que llega un hijo cambia algo dentro de ti, algo en tu esencia se modifica y da lugar a una versión que ahora se ha enterado de un montón de cosas nuevas, cosas de las que no te creías capaz hasta este momento. Yo no sabía que perdería el asco a muchas cosas. Antes era muy fácil poner mi cara verde ante algún olor extraño. Hoy quito mocos de una nariz ajena con mi propia mano y busco después tranquila donde limpiarme. Yo no sabía que me sentiría cómoda haciendo del baño frente alguien más, pero aquí estoy a diario sentada en el inodoro con la puerta del baño abierta mientras mi hijo anda jugando a unos metros. Yo no sabía que podía comer algo que se cayó al piso, pero mi hijo va dejando regado por doquier su cereal o tira un pedazo de comid

MI HIJO SE ESTÁ DESPIDIENDO DE SU VIDA DE BEBÉ

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Ayer fue mi punto más bajo, desperté como si me hubiera pasado un tren encima y no tuve energías en todo el día. Leo lleva varias semanas que está despertando cada 2 horas (o menos) en las noches. Algunas veces sólo pide el pecho de mamá, otras no lo quiere pero tampoco quiere que lo regrese a su cuna. Si no quiere la cuna o la teta lo acuesto conmigo en la cama y lo abrazo, pero lo sorprendente es que tampoco quiere eso, llora histérico, me quita los brazos, se levanta y da mil vueltas en la cama, llora como si alguien lo estuviera torturando, por más que lo consuelo no quiere nada, sólo seguir llorando y no dormir. Así que ayer mi cuerpo resintió las ya bastantes noches de mal sueño. Me sentí débil y afortunadamente pude pedirle a mis papás que cuidaran durante el día a mi hijo para dormir un poco. Cada vez que Leo tiene una escena como esta en las noches no puedo parar de preguntarme, qué está pasando? Si ya estábamos durmiendo mejor! Le ruego porque ya pase el llan

EL TRABAJO MÁS GRATIFICANTE DE MI VIDA

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Seguro les ha pasado, un momento cotidiano en su día, están en medio de la hora de comida o la del baño, así de la nada su hijo (a) se les queda viendo directo a los ojos con una sonrisa, casi pegados nariz con nariz, te mira con una felicidad absoluta, magia! Ahí mismo te quedas pensando y te dices a tí misma que debiste hacer algo muy bueno para ganarte este momento, para ser tan afortunada. Este es el trabajo más gratificante que he hecho, sin minimizar los demás trabajos del mundo, pero vaya! tengo una vida en mis manos. Aunque no recibí ninguna capacitación inicial para dicho trabajo, de hecho recuerdo perfectamente que cuando mi hijo era apenas un recién nacido le decía mientras lo bañaba insegura o mientras trataba de acomodarlo a mi pecho para alimentarlo: "tú sabes más que yo de esto, guíame por favor". Le ponía mucha carga al que apenas llevaba unos días de vida, pero en el fondo sentía que verdaderamente mi hijo sabía más que yo, que venía de u

QUERIDAS MAMÁS: PUEDEN QUEJARSE SIN TENER QUE DECIR QUE AMAN A SUS HIJOS

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¿Han escuchado a otras mamás decir que se sienten cansadas o estresadas e inmediatamente después de pronunciar esas palabras viene el inevitable "pero amo a mis hijos más que a nada"? O mejor aún, ¿se han escuchado a ustedes mismas decir esto? Ya lo había notado antes en muchas mamás y en mí misma. Pero me quedó más claro hace poco  que estuve en un evento donde se impartieron distintas pláticas dirigidas hacia mujeres. En una de las pláticas, una psicóloga hizo un comentario a manera de broma en donde nos contaba que cuando tuvo a su hijo vivió todo menos el día más feliz de su vida, ya que pasó por dolor, confusión y la obvia inexperiencia de una mamá primeriza. Este comentario lo hizo para puntualizar que se idealizan muchos aspectos de la vida de la mujer, incluidos la maternidad. Bueno, me desvío de lo que quiero decir. Cuando la psicóloga hizo ese comentario a manera de chiste, todas las presentes nos reímos, porque la entendimos, porque muchas de l

ABRÁZAME CUANDO MÁS LO NECESITO

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Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé, estando ahí con tu hijo en pleno llanto, se tira al piso y no entiende razones, no tiene ningún malestar físico, sólo quiere algo que no puede tener (como las pilas del control remoto o libre acceso al enchufe de electricidad) y demuestra su malestar por medio del llanto. Estás a punto de perder el control junto con él, es el "berrinche" número 1,800 del día y tu paciencia llegó al límite. Te detienes un poco y tratas de recordar algo, mi hijo aún no habla o apenas dice algunos balbuceos, no tiene otra forma de manifestar su desacuerdo más que por medio del llanto, sea o no lógico para tí como adulto. Es humano y tiene derecho a llorar, ¿no? Y ahí en medio de la escena piensas algo, tu hijo está triste o frustrado, está molesto y lo refleja. ¿Qué pasaría si te sientes así un día, te acercas a tu pareja buscando un hombro para llorar, para querer desahogarte y tu pareja decide darte la espalda e ignorarte hasta qu

¿EN QUÉ ESTÁBAMOS PENSANDO AL TENER UN BEBÉ?

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Eso pasó por mi cabeza cuando mi hijo tenía menos de una semana de edad.  Probablemente a millones de mujeres no se les ocurriría pensar en algo así cuando por fin tienen a su recién nacido en brazos, quizás habían soñado siempre con ese momento y les parece incomprensible que otra mujer pudiera llegar a pensar algo así.  Pero quizás haya por ahí otras que estuvieron en el mismo lugar que yo y les gustaría saber que aquí hay otra más y no estás sola. Recuerdo muy bien el momento: estaba sentada en la mecedora con mi hijo en brazos dándole de comer por milésima vez en el día. Estábamos sólo él y yo pues en cada toma de leche yo pedía silencio total, que nadie nos interrumpiera, era como si la mirada de alguien más nos afectaba y no lográbamos acomodarnos bien. Era como cuando vas en tu carro buscando una dirección y bajas el volumen del radio para encontrar el lugar más rápido. Ocupábamos bajar el volumen de todo y estar aislados para entendernos mejor. Pero en es